Nuestra Esencia es más de lo que hemos conocido hasta el momento

Patricia May


Mis Orígenes

(Post de mi libro “DESDE EL AMOR AL SENTIDO DE VIDA – MI VIDA ANTES Y DESPUÉS DEL CÁNCER”)

Soy Alex Lange y nací el 5 de diciembre de 1959 en la ciudad de Buenos Aires, y provengo de una familia que no podría decir típicamente argentina.

Mi padre era noruego y ha venido a este país, cuando terminó sus estudios de ingeniería civil en 1947 en la ciudad de Trondheim, con la finalidad de hacer un viaje de paseo que se perpetuó hasta el fin de sus días. Falleció a los 94 años, en diciembre del 2017, y de no haber sido por un atropello de un distraído, pienso que hubiera vivido por lo menos hasta los 100. El día del accidente cruzaba la calle camino a la oficina de un gran amigo, un ángel que le dio cobijo y trabajo durante sus últimos 15 años. Anterior a ello tuvo un estudio de ingeniería junto a un socio con el cual compartieron dicha pasión durante al menos 30 años. Sus primeros años, también alrededor de 30, los ocupó como jefe de la oficina técnica de una de las empresas constructoras más grandes de la Argentina qué, como tantas otras, aceptó entre sus filas a un centenar de inmigrantes. En aquellas épocas a la Argentina se la llamaba “el granero del mundo”, ¡época de oro!

Conmigo fue siempre muy comprensivo y valoraba mi creatividad juvenil y técnica. Su presencia se hace muy fuerte a partir de mi ingreso a la Facultad de Ingeniería de la ciudad de Buenos Aires pues a partir de ese momento tuvimos y gozamos de algo en común, de un mundo en el cual ningún otro podía entrar ni entender. Un mundo que probable y tardíamente se tratara de aquel que nunca había experimentado de pequeño, ese contacto de amor incondicional con la tan anhelada figura paterna. En sus últimos años se acentuó una modalidad que ya compartíamos antes de que su demencia senil avanzara lo suficiente como para hablar únicamente de obras y de trabajo, su eterno refugio temporal y emocional. Sin embargo, le debo a él y todos sus ancestros un buen bagaje de valores transmitidos y grabados a fuego en mi alma como la lealtad, la rectitud, la puntualidad y el respeto a todo ser vivo.

A la semana de llegar a este bendito país conoció a quién sería su futuro cuñado en la pensión donde se alojó. Éste lo llevaría a remar al Río Luján, Delta del Paraná, con vistas, lugares y parajes de donde se enamoraría y serían los responsables de que decidiera afincarse en Buenos Aires hasta el término de su vida.

Mi Madre nació en Argentina pero, como dicen allá, “parece recién bajada del barco”. Hija de alemanes que han migrado al cono sur antes de la Primera Guerra Mundial a probar suerte. La Argentina era un país ávido de inmigrantes de todo tipo y nacionalidad. Solo su esfuerzo, su viveza y sus capacidades eran sus armas para labrarse el futuro en ese país donde estaba todo por hacer.

No tengo bien claro lo que hacía mi abuelo pero sí sé que era muy severo y mi Madre heredó todo su carácter y visión segmentada del mundo, lo que replicó amortiguadamente en mi vida, la de mi hermana y la de mi Padre.

Su presencia fue siempre muy fuerte a tal punto que opacó la figura de mi padre y de cualquier otra persona que en mi infancia, durante mis primeros dos septenios, pudiera tener alguna relevancia en mi vida. No obstante fue recién a mis 59 años, después de una sesión en que recibí mi Carta Natal, que comprendí esa “Libertad” que de alguna manera mi Madre quería transmitir a gritos, pero sin ser consciente de aquello pues nunca, dentro de sus preceptos familiares, se lo permitiría.

AEL

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